Por Rudy Cardona, Ph.D.
Exdirector del Programa MBA, Keiser University – Campus de Melbourne
Más Allá de los Negocios: Una Plataforma para el Crecimiento Personal
A lo largo de mis años en la educación superior, he tenido el privilegio de ayudar a desarrollar y dirigir varios programas de posgrado en negocios, incluido mi servicio como Director del Programa MBA en el campus de Melbourne de Keiser University. Cada una de estas experiencias ha reafirmado una convicción que llevo profundamente arraigada: el verdadero poder de un MBA no se limita a dominar teorías empresariales, sino que actúa como un catalizador de transformación personal y profesional.
Cuando se vive plenamente, el MBA se convierte en un viaje de crecimiento. Refina la mente, fortalece el carácter moral y redefine el liderazgo. El proceso moldea no solo la manera en que los estudiantes piensan, sino también quiénes se convierten — líderes con propósito, empatía e integridad.
“El MBA no se trata solo de lo que logras, sino de en quién te conviertes en el proceso.”
Recuerdo, por ejemplo, a una estudiante que ingresó al programa buscando herramientas para hacer crecer el negocio familiar. Al graduarse, no solo había alcanzado ese objetivo, sino que se había transformado en una líder servicial que guiaba con empatía, humildad y responsabilidad. Su transformación se expandió hacia los demás — inspirando a su equipo, elevando a sus clientes y fortaleciendo a su comunidad. Esa es la esencia del MBA: al ser transformados, nos convertimos en catalizadores de la transformación de otros.
La Hospitalidad como Marco de Liderazgo.
En mi libro Restoring Hospitality (Restaurando la Hospitalidad), exploro el arte de crear entornos donde las personas se sientan vistas, valoradas y conectadas. La verdadera hospitalidad es más que un acto de servicio — es una manera de estar presente y de liderar con respeto. Cuando se aplica al liderazgo, se convierte en un poderoso marco para una gestión centrada en lo humano.
En su esencia, el mundo de los negocios es relacional. Cuando los líderes practican la hospitalidad, fomentan la confianza, la inclusión y el sentido de pertenencia — ingredientes esenciales para la innovación y la colaboración. Estos principios han guiado mi propio enfoque de liderazgo en el programa de MBA.
Ejemplo 1: Construir una Cultura de Bienvenida
Cuando asumí la dirección del Programa MBA en el campus de Melbourne de Keiser University, observé que muchos estudiantes nuevos llegaban con ansiedad e incertidumbre sobre cómo equilibrar los estudios, el trabajo y las responsabilidades personales. Para cultivar un sentido de pertenencia, comencé a dedicar unos cinco minutos en clase a un “Diálogo de Hospitalidad” — pequeños encuentros conversacionales en los que los estudiantes podían compartir sus historias, aspiraciones y temores.
Más que una sesión formal, estas conversaciones se sentían como una mesa de bienvenida — un espacio para conectar en un nivel humano. Con el tiempo, este sencillo acto de hospitalidad intencional transformó la cultura del programa. Los estudiantes comenzaron a apoyarse más profundamente entre sí, a crear redes entre cohortes y a formar amistades que perduraron más allá de la graduación. Demostró que el crecimiento profesional florece mejor dentro de una comunidad de cuidado.
Ejemplo 2: Enseñar Liderazgo a Través de la Presencia
En el aula, solía enfatizar que el liderazgo comienza con la presencia — la capacidad de escuchar, comprender y conectar de manera significativa con los demás. En un curso sobre Comportamiento Organizacional, invité a los estudiantes a practicar lo que llamo “diálogo hospitalario”. En lugar de debatir o defender ideas, debían escuchar para entender antes de responder.
Los resultados fueron notables. Las conversaciones pasaron de la competencia a la colaboración. Los estudiantes comenzaron a descubrir que la verdadera influencia en los negocios no se logra mediante la dominación, sino a través de la comprensión y la inclusión.
Más adelante, muchos compartieron cómo esta práctica cambió su estilo de liderazgo en el trabajo — ayudándoles a resolver conflictos, construir equipos más fuertes y liderar con empatía.
“Cuando tejemos la hospitalidad dentro de la educación empresarial, pasamos de la transacción a la transformación.”
La Brújula Ética del MBA
En todos los programas que he ayudado a construir, un principio constante ha guiado mi visión: el liderazgo ético. El MBA no es solo una prueba de conocimientos — es un crisol del carácter. En un mundo donde las ganancias a menudo eclipsan los principios, la educación empresarial debe recordarnos que el liderazgo conlleva una responsabilidad moral. Los principios de Restoring Hospitality — empatía, mayordomía y respeto — forman la base ética de un liderazgo sostenible. Nos recuerdan que cada decisión impacta vidas y que cada ganancia debe tener un propósito. Los egresados que adoptan esta mentalidad comprenden que la rentabilidad y la integridad no son fuerzas opuestas, sino aliadas en la búsqueda del éxito significativo.
Del Conocimiento a la Sabiduría
Si bien el MBA brinda a los estudiantes habilidades esenciales en finanzas, estrategia y gestión, su mayor logro es la transformación del conocimiento en sabiduría. La verdadera sabiduría permite a los graduados liderar con visión y compasión, equilibrar la ambición con la humildad y crear espacios donde otros puedan prosperar.
Un egresado me dijo una vez: “Antes del MBA, yo administraba personas; después del MBA, entendí a las personas.” Esa reflexión capta la esencia de esta transformación — el paso de gestionar resultados a cultivar potencial.
Un Llamado a Transformar
En última instancia, el MBA no es un destino, sino un comienzo. Nos desafía a usar los negocios como una fuerza para el bien — para construir organizaciones donde la integridad, la innovación y la inclusión coexistan.
Al reflexionar sobre mis años desarrollando y dirigiendo programas de posgrado, he visto una verdad constante: quienes ingresan al MBA buscando éxito, con frecuencia egresan buscando significado.
Cuando integramos la hospitalidad en el corazón de la educación empresarial, hacemos más que enseñar gestión — cultivamos transformadores: líderes que entienden que el mayor retorno de inversión no se mide en ganancias, sino en las personas y comunidades elevadas por su liderazgo.
Ese es el poder transformador del MBA: moldea no solo quiénes somos, sino cómo empoderamos a otros para crecer, triunfar y ser transformados a través de las vidas que tocamos.