Si alguna vez has dirigido a personas, te habrás encontrado con personas que prefieren actuar el papel que dedicar el esfuerzo necesario para convertirse en un campeón. Estas personas son simuladores, y aunque a veces pueden hacerse pasar por jugadores, un observador perspicaz puede distinguirlos. Para un líder, es importante identificar a los pretendientes dentro de una organización antes de que interrumpan el impulso del equipo y dañen sus relaciones.
Los falsos parecen y hablan como tales, pero no llegan a cumplir su papel. Estas son algunas de las formas de distinguir entre quién es un verdadero jugador de equipo y quién está simplemente posando para su propio beneficio.
1. Los jugadores tienen una mentalidad de servicio; los pretendientes tienen una mentalidad egoísta.
Los jugadores hacen las cosas en beneficio de los demás y de la organización, mientras que los farsantes sólo piensan en beneficiarse a sí mismos. Un pretendiente se centra únicamente en los resultados que le benefician.
2. Los jugadores son conscientes de la misión; los pretendientes son conscientes de la posición.
Los jugadores renunciarán a una posición para lograr una misión. Los pretendientes renunciarán a una misión para conseguir una posición. Para los jugadores, el progreso de la misión es mucho más importante que su propio lugar dentro de ella, pero un pretendiente valorará más su posición que casi cualquier otra cosa.
3. Los jugadores entregan los bienes; los pretendientes sólo hacen promesas.
Un jugador es un miembro del equipo con el que se puede contar para terminar una tarea cada vez. El pretendiente afirmará que es capaz de hacerlo; pero al final, no lo ejecuta sistemáticamente.
4. Los jugadores están contentos con su trabajo; los pretendientes son cazadores de trabajos
Los jugadores aman lo que hacen y lo hacen bien. Para ellos, el trabajo es satisfactorio y significativo, y se dedican a cumplir sus responsabilidades con excelencia. Por otro lado, los aspirantes siempre ven la hierba más verde en otro lugar. Como están constantemente al acecho para mejorar su situación, no tienen lealtad y romperán los compromisos siempre que hacerlo les ayude a salir adelante.
5. A los jugadores les encanta ver a los demás triunfar; a los farsantes sólo les interesa su propio éxito.
El rabino Harold Kushner tenía una mentalidad de jugador cuando dijo: “El propósito de la vida no es ganar. El propósito de la vida es crecer y compartir. Cuando mires hacia atrás y veas todo lo que has hecho en la vida, obtendrás más satisfacción del placer que has aportado a la vida de otras personas que de las veces que las superaste y las derrotaste.”
Todos empezamos siendo competidores, pero el objetivo es superar esa mentalidad. Tenemos que ir evolucionando de competidor, a triunfador personal, a jugador de equipo y a constructor de equipos. Un jugador se alegra cuando otro miembro del equipo tiene éxito porque eso beneficia a todos. El pretendiente ve el éxito como una propuesta de ganar-perder, y le molesta que otra persona “gane”.
6. Los jugadores valoran la integridad; los farsantes, la imagen.
En la navegación, la regla es que lo que está bajo la superficie debe ser más pesado que lo que está sobre la superficie. De lo contrario, el barco zozobrara en una tormenta. La integridad es similar; lo que está bajo la superficie debe ser mayor que lo que está a la vista. Se puede contar con que un jugador haga lo correcto, incluso si nadie está mirando.
Por el contrario, los farsantes sólo hacen lo correcto cuando se les observa, y en caso contrario hacen lo que les conviene. Además, como se centran en la apariencia y no en el carácter, los farsantes no admiten la culpa cuando cometen errores. Culpan a los demás de todos sus problemas en lugar de asumirlos personalmente.
7. Los jugadores toman las decisiones difíciles; los farsantes toman las decisiones fáciles.
Con una elección difícil, el precio se paga al principio; la recompensa sólo llega después. Estas elecciones casi siempre incluyen un riesgo, y suelen implicar también el sacrificio de poner a la organización por encima de uno mismo. Peter Drucker dijo una vez: “Siempre que veas una empresa con éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente”. Los jugadores no tienen miedo de tomar esas decisiones.
8. Los jugadores terminan bien; los pretendientes se desvanecen.
Algunas personas empiezan como jugadores, pero en algún momento se convierten en pretendientes. ¿Por qué? Es porque sobrevaloran el evento y subestiman el proceso. Toman la decisión de empezar, pero se cansan del trabajo que supone continuar. O bien empiezan y siguen hasta que se enfrentan a la necesidad de cambiar. Al no querer adaptarse, empiezan a fingir para salir adelante. Por otro lado, un jugador lleva a cabo todas las tareas hasta su finalización.
¿Ya reconoces pues la importancia que tiene identificar a un jugador y un pretendiente? Como líder debes de aprender a hacerlo. Nuestro posgrado en Gerencia y Liderazgo podría ser una opción factible para que aprendas a mejorar estas habilidades de liderazgo y trabajo en equipo.
Referencia: The John Maxwell Company