Mathew Anderson considera que los programas curriculares deberían ser ajustados una o dos veces al año, y para hacer esos cambios, las universidades necesitan tomar en cuenta al sector privado porque este será al final de cuentas el empleador principal de sus estudiantes.
Hace cinco años, cuando asumió la presidencia del Campus Latinoamericano de Keiser University, en San Marcos, Nicaragua, se propuso implementar un sistema en el que las evaluaciones internas sean diarias y las externas, continuas.
“No se puede tener solamente a la comunidad académica decidiendo el currículum de una carrera”, enfatiza el también investigador. La clave, según Anderson, es trabajar continuamente con el sector privado para entender cuáles son sus necesidades.
¿Hacia qué dirección se está enfocando la educación?
Los estudios recientes, locales e internacionales, indican que se debe tener un enfoque hacia las competencias integrado en el pénsum académico. Y hay varias maneras de hacerlo, pero básicamente significa que el estudiante no debe avanzar hacia el siguiente nivel hasta que sea evaluado, hasta que haya alcanzado los objetivos que se planteaban en ese nivel.
¿Cuán importantes son las evaluaciones para garantizar una buena educación…?
Cuando llegué a Keiser, en 2012, y comencé a examinar el Instituto de Idiomas, les pregunté si estaban haciendo evaluaciones y me dijeron que no tenían tiempo para eso. Y eso tenía que cambiar. Lo que actualmente hacemos para evaluar la universidad y el Instituto de Idiomas es un procedimiento diverso: en primer lugar, tenemos al sector privado evaluando nuestro pénsum dos veces al año. Además, los estudiantes evalúan a los profesores cuatro veces al año y los alumnos egresados nos retroalimentan una vez que tienen experiencia laboral. Una vez al año, el campus madre en Florida evalúa a nuestro campus en Latinoamérica y las agencias acreditadoras están constantemente evaluándonos. Adicionalmente, como presidente del campus, contraté a una persona para que evalúe diariamente a la universidad. Su trabajo es hacer una cosa: encontrar problemas de forma diaria. Así es como logramos mejorar el campus en cinco años, evaluándonos continuamente.
¿Cree que las universidades nicaragüenses deberían fortalecer sus métodos de evaluación institucional?
Las evaluaciones institucionales ponen nerviosos a los administradores de universidades, incluyéndome. Pero las evaluaciones internas y externas tienen que hacerse. Yo recibo malas noticias todo el tiempo, pero prefiero lidiar con los problemas y arreglarlos a lo inmediato. Si se hacen evaluaciones una vez o dos al año va a ser muy estresante, pero si se hace diario es más sencillo. La recompensa es que, por ejemplo, la acreditadora estadounidense que evalúa a Keiser University no le hizo ni una recomendación al recinto latinoamericano tras habernos evaluado el año pasado. Las aproximadamente 4,000 universidades que hay en Estados Unidos acreditadas por este cuerpo normalmente reciben recomendaciones. Cada universidad en la que he estado trabajando ha recibido recomendaciones, y nosotros no recibimos recomendaciones, precisamente por nuestras evaluaciones constantes. Es un montón de trabajo, pero vale la pena.
¿Cree que mejorar la educación depende de los recursos que se le destinen?
La mayoría de las veces, cuando hay problemas con la educación, ya sea en Estados Unidos, en Europa o en Nicaragua, la gente dice que es un problema de dinero. Yo diría que los recursos económicos ayudan, pero, por ejemplo, los Estados Unidos no tienen el mejor récord de educación del mundo y tenemos los recursos financieros. Si ves a los países más desarrollados en educación, como Finlandia, ellos no solo disponen del recurso, sino que todas las organizaciones sociales están enfocadas en hacer de la educación una prioridad. Eso es lo más importante: que la familia, los círculos cercanos, la comunidad nacional, estén enfocados en que la educación sea una prioridad. Y muchas veces, no es un problema financiero como tal, es una cuestión de atención, de enfoque y de prioridades.
Antes se hablaba de un primer mundo y un tercer mundo, según las economías. En términos de educación, ¿qué significaría ser un país del primer mundo?
Creo que lo más importante es el acceso a un sistema educativo, lo que incluye las facilidades físicas y profesores de calidad. Por ejemplo, hace año y medio fui invitado a hablar con el Ministro de Educación de Honduras y me sorprendió que en ciertas áreas no tienen acceso a educación, no tienen edificios para enseñar, ni profesores. Lo que hicieron fue empezar a ofrecer cursos en línea. Entonces lo primero es el acceso. Lo segundo sería convertir la educación en una prioridad. Hay una gran cantidad de acciones que se pueden tomar desde el sector privado, desde las comunidades, para apoyar la educación. El 95% de nuestros estudiantes reciben algún tipo de ayuda financiera. El mayor desafío que tenemos es que, cada semestre, alrededor de 4,000 prospectos desean ingresar a la universidad, pero solo podemos escoger entre 100 y 120. Cada año recibimos casi dos millones de dólares, del Departamento de Educación de los Estados Unidos, para ayudar a los estudiantes nicaragüenses. También trabajamos muy de cerca con el sector privado para ayudar a tantas personas como podamos, quienes no se pueden costear el pago de una buena educación.
El sector privado insiste en que haya un acoplamiento entre la educación y la estrategia productiva del país. ¿Qué opina?
No se puede tener solo a los profesores o a la comunidad académica decidiendo el currículum de una carrera. Se debe tener la opinión de personas que están en la profesión; en el caso de negocios, personas que se dedican a hacer negocios; en el caso de sicología, sicólogos a tiempo completo. Los programas curriculares solían cambiar cada cinco o diez años, pero ahora, como el conocimiento está creciendo exponencialmente y cambiando a cada momento, se debe cambiar una vez o dos veces al año. Es decir, no tienen que ser cambios drásticos, pueden hacerse modificaciones menores cada seis meses. Por ejemplo, la comunidad de negocios nos dijo, el año pasado, que necesitan gerentes con mejores habilidades de negociación. Entonces, nosotros ya estamos trabajando para añadir clases de negociación al pénsum de la carrera de Negocios.
“No se puede tener solamente a la comunidad académica decidiendo el currículum de una carrera”
¿Cómo están las universidades enfocando su educación hacia la competencia global?
La mayoría de las universidades saben que ese es un reto. Creo que la manera principal de estar preparado para un mercado global es tener la mayor cantidad de experiencias de intercambio que se puedan. Al menos dos o tres, pueden ser en los Estados Unidos o en China, como nosotros que tenemos un campus allá. Lo segundo importante, es que no solo tengan conocimientos técnicos, sino que aprendan historia, cultura, religión, para que al menos tengan un contexto sobre cómo hacer negocios en otros países. Hay que enfocarse no solo en tratar con un mercado global, sino también en la calidad de la educación. Se puede tener el mejor currículum, pero si no se invierte en el cuerpo docente, no se tendrá una buena educación. Cada facultad debería tener profesores con títulos de doctorado en esa disciplina, y los docentes deben mantenerse al día con su profesión y ser capaces de generar en sus estudiantes capacidades críticas, para aplicar soluciones a situaciones reales.
¿Cómo definiría la competencia global en el contexto de Centroamérica?
Va a significar algo diferente para una persona que trabaja en una pulpería que para una persona trabajando en una compañía multinacional, como Xerox o United Airlines. La persona con una distribuidora (comercial) debe saber cómo comprar a los mejores precios, si va a traer los productos de los Estados Unidos, de China, de Europa, pero también tiene que saber inglés para tener mejores herramientas de comunicación. Entonces, aún con una pequeña distribuidora se debe tener al menos ese conocimiento y esas habilidades. En una escala del 1 al 10, la distribuidora se ubicaría entre 2 y 3. Ahora, para una empresa multinacional se tiene que conocer la cultura, la persona debe tener algún conocimiento de los países que visita, como la religión, la política, la economía y, por supuesto, las prácticas legales y de negocios. Dependiendo del nivel, desde las pulperías hasta las transnacionales, necesitan algún entrenamiento global.
Algunos países de Asia salieron de la pobreza mandando a sus mejores estudiantes a prepararse a Estados Unidos. Pero, hoy esos países tienen una educación mejor que la de Estados Unidos. ¿Por qué pasó eso?
Primero, creo que cuando hay educación de calidad, el mundo es mejor. Esos países asiáticos han pasado por muchas cosas en los últimos años, han tenido que esforzarse mucho y sacarle la mayor ventaja a su educación. En mi experiencia, si tuviera que elegir entre un estudiante graduado de Harvard y uno que se graduó en Nicaragua, ambos teniendo las mismas habilidades, escojo al nicaragüense, porque la persona que se graduó de Harvard se cree con el derecho de ser contratado, creen que merecen un cierto tipo de respeto, pero he encontrado que los nicaragüenses y aquellos que han tenido que trabajar duro por su educación son más capaces de resolver problemas que los que vienen de una buena familia estadounidense. Creo que las personas que se graduaron de países asiáticos apreciaron más la educación que recibieron que los mismos estadounidenses.
¿De qué sirve una buena educación universitaria si en la primaria y secundaria hay debilidades?
Una de las cosas que queremos hacer en Keiser es proveer educación sobre cómo enseñar en primaria y en secundaria. A la universidad le encantaría estar involucrada en una organización mayor que involucre al sector privado, al Gobierno y a las universidades, para crear un comité que analice y enfrente los retos que tienen los colegios en estos momentos. La gente muchas veces critica al Gobierno, pero es fácil criticar cuando se tienen muy pocos recursos. En algunas comunidades ni siquiera hay agua, entonces, creo que todos tenemos que trabajar juntos y apoyar al Gobierno en este proyecto. Yo he tenido estudiantes en la universidad que son genios, y he tenido que buscar personalmente un patrocinador para ellos, porque tienen talento pero no recursos. Muchas veces Keiser asume la deuda. Por ejemplo, el mejor estudiante de Nicaragua en 2017, un muchacho de Matagalpa; nosotros hemos estado trabajando con su familia y él ya está en la universidad estudiando. Ahora, en febrero, vamos a lanzar un programa para preparar a estudiantes de secundaria para que puedan ingresar a la universidad de su elección.
¿Para ingresar a universidades nicaragüenses o de Estados Unidos?
Es para que logren ingresar a cualquier universidad, nacional, de Estados Unidos o Europa. He estado en el campo de la educación por más de 25 años, y basado en mis experiencias y las experiencias de mis colegas, hemos estado preparando este programa durante los últimos dos años. Les vamos a ayudar a los estudiantes a entender cómo llenar una aplicación para la universidad, cómo obtener una buena beca, apoyarlos en sus áreas de debilidad, ya sea escritura o matemáticas, enseñarles pequeñas cosas que parecen básicas pero son muy importantes, como tomar notas en clases. Si van a viajar al extranjero, les vamos a ayudar con sus visas y en el proceso de transición de dejar el país para irse a la universidad. Parte del programa es que vayan a vivir unas cuantas semanas al campus de Keiser, para que sepan lo que es estar fuera de casa. Solo vamos a cobrar una cantidad significativa y van a ganar crédito universitario y experiencia en una universidad. Yo he sido parte del desarrollo de estos programas en los Estados Unidos y el porcentaje de éxito es fenomenal. Es un tipo de responsabilidad social que tenemos, de ayudar a las escuelas bilingües o las escuelas nacionales; y estamos dispuestos a compartir esta metodología con otras instituciones.
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